Llevo ya unos años trabajando en startups por lo que escribo este artículo con total conocimiento de causa. Además, anteriormente trabajé 4 años en otra empresa más tradicionalista o que podemos encuadrar dentro del sector de las de la ‘vieja usanza’ donde todo se hacía como se ha hecho toda la vida. Así, teniendo experiencia en una y otra, en este post os voy a comentar los motivos por lo que os animaría a trabajar en una startup.
Pero antes de meternos en materia, vamos a definir lo que es una startup. Seguramente todos lo sepamos ya a la perfección, pero nunca viene de más refrescar conocimientos. Una startup es una empresa emergente o de nueva creación que tiene un importante margen de crecimiento. El término startup engloba, por tanto, empresas de todo tipo y ámbitos, aunque realmente lo solemos utilizar cuando hablamos de empresas y proyectos tecnológicos, relacionados con Internet y las nuevas tecnologías.
¿Qué es lo que diferencia a una startup de una empresa tradicional?
En mi opinión lo que más diferencia una startup de una empresa tradicional es la mentalidad que hay en el equipo de trabajo. Es un chip completamente distinto, las estructuras de trabajo son horizontales y no verticales, y creo que esto es lo más importante. En la gran mayoría de los casos, las startups cuentan con estructuras jerárquicas horizontales, esto es, pese a que en efecto habrá responsables por áreas, no hay diferencias marcadas entre los empleados. Todos son iguales, todos aportan su granito de arena, a todos se les escucha por igual, y todos tratan de contribuir al fin común.
Esto es importante porque facilita mucho el proceso de toma de decisiones. Por ejemplo, en una gran empresa tradicional puedes tener una idea brillante, pero para ponerla en marcha deberá pasar muchos filtros hasta llegar al nivel superior que puede autorizarla o no. En las startups el proceso es mucho más sencillo, y si tu idea tiene buena pinta y está bien fundamentada un ‘let’s do it’ servirá para ponerla en marcha.
Además, como suele tratarse de proyectos nuevos, aunque no seas el dueño o fundador de la startup, poco a poco irás sintiendo que el proyecto es tuyo también, como tu sobrino al que has visto nacer y tratas de mimarle y cuidarle. Esto hará que ir a trabajar no se convierta en una rutina u obligación.
Además, el ambiente es las sturtups es joven y dinámico, en el que se han dejado a un lado los clichés de antaño. No hay un código de vestimenta (puedes ir guardando en el armario el traje y la corbata), los horarios son mucho más flexibles y no tienes por qué quedarte a calentar la silla si has terminado con tus tareas. En definitiva se trata de pequeños grandes matices que hacen que el ambiente de trabajo sea más relajado y mucho más productivo. Si los trabajadores están motivados, les gusta lo que hacen, tienen cierta libertad para hacerlo y lo hacen en buenas condiciones laborales su productividad será mucho mayor. Y este tipo de conceptos los conocen y se aplican muy bien en casi todas las startups.
Por último, otro de los principales motivos por los que creo que trabajar en una startup es una decisión muy acertada, es por las posibilidades de crecimiento y desarrollo profesional que te brindan. Es como realizar un master práctico avanzado. En verdad es algo que tiene un valor incalculable para el trabajador.
Son negocios que están naciendo, todo va a una velocidad de vértigo, no puedes quedarte parado, tienes que crecer al ritmo del proyecto y aprender de todas las áreas de negocio.
Y si tuviésemos que poner un pero, éste serían los salarios. No olvidemos que las startups nacen de emprendedores, de sus ahorros o el dinero que han conseguido levantar en rondas de financiación, por lo que sus presupuestos en un primer momento son limitados, y los salarios que pueden llegar a pagar no son del todo altos. La paciencia en este caso y la confianza en el modelo de negocio será lo que te animará a seguir adelante, ya que al final los réditos por tu esfuerzo pueden ser muy grandes.